El mundo de ayer

  • Stefan Zweig
  • Acantilado
  • Primera edición: 1942.
  • Idioma original: alemán (Die Welt von Gestern). Traducción al español de Joan Fontcuberta Gel y Agata Orzeszek Sujak.
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El mundo de ayer, memorias de un europeo es la autobiografía del escritor austríaco Stefan Zweig, pero  El mundo de ayer es más que una biografía: es la historia de Europa desde finales del siglo XIX hasta el estallido de la II Guerra Mundial.

De hecho, el libro es parco en detalles de la vida personal y familiar. Es llamativo que a su primera mujer, Friderike Zweig, sólo la mencione dos veces. Y que no aparezcan en ningún momento las hijas que esta tenía de su primer matrimonio. De su segunda mujer, sólo narra una escena relativa al papeleo necesario para el matrimonio civil de ambos.

El libro empieza con un prólogo que nos prepara para asistir al derrumbe de Europa, y continúa con el relato de la infancia y adolescencia del escritor en Viena. Zweig nos presenta una Viena llena de luz, centro de la cultura europea y en donde el valor más preciado es la seguridad. La seguridad de saber que si haces las cosas bien, te irá bien. Y de que puedes confiar en tus gobernantes y en el progreso de la técnica y de la sociedad.

A pesar de tener un ritmo para mi gusto un tanto lento, hay muchos pasajes curiosos en estos primeros capítulos acerca de la vida en la Europa de preguerra.  Es especialmente llamativa la vigencia de las comparaciones que hace a lo largo de todo el libro entre ésta y la época en la que escribe sus memorias (publicadas en 1942):

  • las diferencias en la educación,

    Ni siquiera hoy logro evitar una cierta envidia cuando veo con cuánta felicidad, libertad e independencia pueden desenvolverse los niños de este siglo

  • la exaltación de la juventud como valor,

    Antes, en la época de la seguridad, todo aquel que quería prosperar tenía que disfrazarse lo mejor que pudiera para parecer mayor. (…)

    (En los años previos a la I Guerra Mundial) La generación entera decidió hacerse más juvenil, todo el mundo (…) estaba orgulloso de ser joven.

    (En la época de entreguerras) De repente no había otra ambición que la de ser joven e inventar rápidamente una tendencia más actual que la de ayer.

  • el abaratamiento y la democratización de los viajes,

    La bicicleta, el automóvil y los ferrocarriles eléctricos habían acortado las distancias y habían dado al mundo una nueva sensación de espacio.

  • o el avance de la técnica y la inmediatez de la información.

    La peor maldición que nos ha acarreado la técnica es la de impedirnos huir, ni que sea por un momento, de la actualidad.

Zweig pertenecía a la sociedad burguesa vienesa y a una familia acomodada, lo cual le permitió disfrutar de una posición muy ventajosa y viajar a lo largo y ancho de Europa. En un momento en el que viajar es cosa de privilegiados, recorrer el continente le permitió codearse con los mejores escritores, poetas, intelectuales y artistas de su época y le llevará a idealizar la Europa de pre-guerras y el Imperio Austro-Húngaro.

Estos viajes y amistades internacionales contribuyeron a forjar su carácter europeísta y su ideal de una Europa única en la que los países colaboran y comparten su cultura. Zweig, políglota y cosmopolita, cree en el progreso, la libertad individual y la cultura, pero no en la supremacía de la razón y la represión de los instintos (por algo era amigo de Freud). Sin embargo, su condición de citoyen du monde, no le salvó de sentir un profundo vacío cuando se vio obligado a abandonar su país por la invasión nazi.

El día que perdí el pasaporte descubrí (…) que con la patria uno pierde algo más que un pedazo de tierra limitado por unas fronteras.

Y es que su vida, como la de tantos otros europeos, se vio interrumpida dos veces por las guerras del siglo XX. Zweig describe el ambiente previo a la Gran Guerra de forma muy similar a cómo Blasco Ibáñez narra la actividad frenética de París en los primeros días de contienda en Los cuatro jinetes del Apocalipsis. Y, de nuevo al igual que Blasco, ve cómo el hastío y la desesperanza se va adueñando de la población a medida que ésta se prolonga.

La guerra del 39 tenía un cariz ideológico (…) y luchar por una idea hace al hombre duro y decidido. La guerra del 14 (…) servía todavía a una ilusión, al sueño de un mundo mejor, justo y en paz. Y sólo la ilusión, no el saber, hace al hombre feliz.

Y por si una guerra no fuese suficiente, años más tarde asiste con incredulidad al ascenso al poder de Hitler.

¿Podía imponer nada por la fuerza a un Estado en el que el  derecho estaba firmemente arraigado (…) y en que todos los ciudadanos creían tener aseguradas la libertad y la igualdad de derechos (…)? Algo así no podía durar en pleno siglo XX.

Resulta difícil desprenderse en pocas semanas de treinta o cuarenta años de fe profunda en el mundo.

La biografía termina con el exilio en Brasil y con la guerra aún por terminar. Zweig acabó este libro poco antes de suicidarse en Petrópolis, Brasil, junto a su segunda mujer, Lotte Zweig.

Bajé al centro de la ciudad para echar una última mirada a la paz.

Todo se ha dicho ya sobre el europeísmo y humanismo de Zweig, que quedan plasmados en sus memorias. Sobre cómo la Europa de hoy se compara con la de ayer, y cómo las aspiraciones de Zweig se han visto o no colmadas, es mejor que hablen los que entienden de ello.

Si te interesa leer más:

  • Nota de suicidio
  • Biografía en la revista hispano-alemana Tierra de Nadie y en Babelia.
  • Entrevista a Wes Anderson en The Telegraph acerca de cómo Zweig influye en los personajes de Hotel Budapest (inglés). Y un artículo en la BBC sobre el mismo tema (inglés).
  • Artículo en Jot Down de Jorge Galindo con el motivo de la publicación de Los últimos días d e Stefan Zweig y la crisis de Grecia.
  • Crítica en Babelia sobre el libro que Frederike Zweig escribió sobre su ex-marido.
  • Sobre Frederike Zweig en Tablet (inglés). Una mujer que en la primera mitad del siglo XX se había divorciado dos veces.
  • Artículo en El Mundo acerca del libro de George Prochnik sobre los últimos días de Stefan y Lotte Zweig.
  • Reportaje en The New Yorker (inglés). Una de las cosas que más me gustan de este reportaje es que ilustran la noticia con una foto genial de Zweig y no con la imagen de su suicidio.
  • Artículo en The New York Times sobre el relanzamiento a la fama de Zweig en 2014 (inglés).
  • Casa-museo de Stefan Zweig en Petrópolis (Brasil)
  • Relato extenso e interesante de sus últimos días.
  • Artículo sobre las cartas entre Stefan Zweig y Joseph Roth en El País.

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